Hace muchos años, en un recóndito
país vivían una mujer viuda de carácter arisco y malévolo y sus hijas. Una era morena de pelo
negro llamada Ágata, tan pérfida y
bellaca como su progenitora, por nombre Rebeca, y su hermanastra Linda. Ésta era
bella y agraciada como su nombre indica, sus cabellos rubios y brillantes como
las espigas de trigo en Primavera, de ojos azules como las aguas del mar y un carácter bondadoso que la convertían en la antítesis de la tal Ágata.
Su padre, soldado bueno y
valiente en su juventud, un buen hombre, había muerto asesinado, según decían unos por su segunda esposa Rebeca, y en la guerra como apuntaban otros, a
manos de un bellaco; solo tuvo una hija, Linda cuya madre, Alicia, su esposa, de noble talante había
muerto, según unos de una larga enfermedad,
según otros también a manos de Rebeca, puesto que codiciaba poseer a su marido, atractivo y apuesto.
Tanto Linda como su malvada hermanastra
Ágata eran buenas hiladoras. Pero existía un problema, la madrastra de Linda y madre de Ágata, Rebeca, deseaba apropiarse de la granja en que vivían, propiedad del bravo caballero
padre de Linda y casado en segundas
nupcias con Rebeca. Entonces la malvada Rebeca urdió un plan: ordenó a Linda y Ágata
confeccionar un tapiz con dos madejas de
hilo, pero el que le proporcionó a Linda estaba carcomido y el de Ágata no. El
premio o castigo para la ganadora o perdedora,
o lo mismo para la que le confeccionara el tapiz o la que fracasara en el
intento consistía en que una de las
dos sería arrojada al pozo junto al que
estaban confeccionando el susodicho
manto. Lógicamente Linda fracasó porque
su hilo carcomido se rompió y como resultado
fue arrojada por su madrastra al fondo del pozo.
Sin embargo, al llegar abajo
Linda no se estrelló y murió, sino que
se encontró reposando plácidamente sobre un manto de verde hierba y rojas
amapolas. Animada porque había sobrevivido a una muerte segura que creía
próxima y como la campiña donde reposaba ofrecía un aspecto bucólico Linda se
puso en pie y se dirigió hacia un frondoso árbol frutal que se erigía de manera
solemne en el horizonte, a sus pies se
deslizaba un alegre riachuelo de aguas transparentes, el árbol que estaba
encantado tenía la facultad de hablar, cuando Linda llegó a su lado éste le habló y le dijo lo siguiente : Linda
creo que vienes hacia mí con buenas intenciones puesto que he leído en
tu mente que eres bondadosa. El frutal prosiguió y le susurró toma de mi todos los frutos que necesites, quítame los
parásitos y enojosos insectos, corta mis
ramas resecas y humedéceme con las aguas del riachuelo , hazlo así y ambos
obtendremos beneficio puesto que te
alimentarás y te indicaré el camino a seguir
para que llegues a tu destino y
regreses a tu hogar .
La muchacha lo hizo así y
prosiguió su camino, el árbol resultó beneficiado y Linda continuó hacia
adelante, tras recorrer un buen trecho, alcanzó un horno donde un panadero producía pasteles, dicho
señor le pidió a Linda que introdujera los panes en su horno y
después tomara los que necesitara . Así lo hizo y el buen pastelero te dio las
gracias y Linda prosiguió su camino.
Llegó pues más adelante hasta una pradera donde pastaba una vaca, la cual
al ver a la joven le dirigió la palabra
y le dijo lo siguiente: pequeña puedes ordeñarme y tomar la leche que te apetezca con el cubo que tengo a mi lado, después me
colocas el mismo sobre mi cola y con mi estiércol
abonas la tierra que me rodea, limpias mis extremidades y mi lomo, no
desperdicies mi leche y prosigue tu
viaje. Así lo hizo Linda y al caer la tarde se acercó a una mansión donde residía una anciana acompañada de unos gatos y unos pajaritos, dicha
señora le ofreció trabajo y Linda que no era tonta lo aceptó.
Seguidamente se hizo de noche.
Al día siguiente los gatitos se aproximaron a
Linda y le pidieron comida, la joven les
dio un poco de alimento y los mininos se lo agradecieron y le observaron que podían
ayudarla en un futuro, cuando los
necesitara como premio a su bondad, a Linda esto le agradó. Unos días
mas tarde los gorriones que habitaban la mansión requirieron una merced de nuestra gentil
doncella y ésta obrando de una forma generosa
les dio también comida. Las aves
agradecidas le señalaron que podían
recompensarla. Una vez más la bondad y la inteligencia de Linda daba sus frutos
, la dueña de la mansión le encomendó un
cometido , le dio un cedazo con la
condición de que lo llevara a un arroyo
próximo y lo llenara de agua sin que la misma
sin que la misma se le derramara ,la joven no sabía cómo hacerlo, pero he
aquí que acudieron los gatitos y le indicaron como hacerlo
de una forma que sería prolijo
relatar . Al día siguiente la vieja señora le propuso una nueva tarea,
debía de coger dos madejas de hilo, una negra y otra blanca,
sumirlas en el fondo del río y
transformar la negra en color blanco y
la blanca en color negro. Linda lo
intentó pero sin resultado , entonces
los gorriones agradecidos acudieron en
su ayuda y le indicaron Linda lleva la
madeja de hilo negro a la parte norte
del riachuelo, sumérgela en sus aguas y
se transformará en color blanco y lleva la madeja de hilo blanco a la parte sur y se transformará en color negro . Como
premio la dueña le dio un regalo de despedida, puesto que Linda deseaba
regresar a su hogar. Le dio a elegir
entre dos arquillas o cofres, uno ostentoso de color oro y topacio y otro más humilde de madera. Linda escogió
sensatamente la humilde arquilla y
resultó que esta contenía joyas, monedas
de oro y alhajas. Satisfecha nuestra
Linda se despidió y regresó al lugar donde había caído cuando su pérfida madrastra
la arrojó por el pozo.
De pronto, y aunque parezca
extraño un rayo de luz surgió de las
alturas y Linda se vio transportada hacia la superficie y regresó a su mundo. Allí las cosas no
habían cambiado , su hermanastra Ágata y
su madrastra Rebeca continuaban siendo
igual de pérfidas y malévolas y cuando vieron de nuevo a la bondadosa
muchacha viva y con una
arquilla sorprendidas le preguntaron
donde había estado , que le había sucedido y como había conseguido regresar viva y saludable . Linda
desconfió de ellas en un principio ,
pero después llevada por su bondadosa
personalidad les contó las maravillosas
experiencias que le habían acaecido nada
más enterarse de que en el fondo del pozo no les esperaba la muerte sino todo lo contrario un mundo maravilloso,
Rebeca tomó a su hija y la lanzó
hacia el abismo . Allí Ágata se encontró no la muerte sino una pradera verde y espléndida
y se dirigió hacia el árbol
frutal que ya conocíamos. El árbol sin
sospechar el malvado carácter de Ágata, muy distinta a Linda le
dijo lo mismo que a su encantadora hermanastra, pero Ágata no sólo no escuchó
los razonamientos del frutal no sólo no
lo desparasitó sino que lo desprendió de todos sus frutos, no le cortó las
ramas, no le dio agua. En fin hizo lo que nuestro árbol no esperaba, el mismo de forma hosca le
dijo lo siguiente, niña, puesto que has
obrado conmigo de un manera impropia a
lo que yo te proponía te advierto que si
continuas de la misma forma, no sólo no obtendrás beneficio alguno, sino que tu
proceder tendrá su justa recompensa y
ésta no será agradable. Ágata contenta de su mal proceder continuó su camino y
llegó a nuestro conocido horno.
Allí no sólo no ayudó al panadero
a meter y fabricar pasteles sino que se
comió los que nuestro honrado panadero
tenía ya fabricados por Linda , había
omitido antes que el dueño del horno era
ciego, y además le rompió los utensilios
, con los que se fabricaban los pasteles así como apagó el fuego del horno. En fin
la advirtió también sigue así joven y verás pronto tu justo castigo. Ágata se rió
y continuó hacia la vaca, esta le comunicó lo siguiente, dulce muchacha puedes ordeñarme y tomar mi leche o
séase lo mismo que le había indicado antes a Linda. Ágata no
solo se bebió toda la leche que quiso, sino
que no la limpió las extremidades y desperdició la leche, no abonó latiera con
el estiércol y le rompió el cubo con que se bebía la leche. El noble animal,
desengañado también como el Árbol y el
Panadero le lanzó una maldición, sigue sí por la vida y tendrás tu merecido. Ágata
sin inmutarse prosiguió. Era ya el crepúsculo cuando llegó a la residencia de
la anciana de los pajaritos y gatitos. La anciana, como había hecho la vez
anterior con Linda, le ofreció trabajo sin sospechar las aviesas intenciones,
el malvado carácter de Ágata y su pereza.
Aconteció lo mismo que con su
hermanastra, los gatitos le pidieron comida, y no sólo no se la dio, si no que
cogió una escoba y los persiguió. Los mininos circunspectos y espantados
huyeron despavoridos.
Al día siguiente fueron los
gorriones quienes se acercaron a este monstruo y también obtuvieron lo que se
podía esperar de la misma. No sólo no se apiadó de ellos si no que los
persiguió y trató de asesinarlos.
Por lo que se pueda pensar, el
que mal anda, mal acaba.
Unos días después la anciana, ya
preocupada por la actuación de Ágata con los gorriones y los gatitos, le
ofreció una tarea: la misma que tiempo atrás le encomendó a Linda. La del
cedazo lleno de agua. Lógicamente, como cabía esperar,
Ágata fracasó porque nadie le ayudó. Como puede verse, esta chica iba a acabar
mal.
Al día siguiente, la vieja dueña
le indicó otra tarea, la de las dos madejas, la blanca y la negra. Y de nuevo,
Ágata no lo consiguió. La Dueña de la mansión, ya
cansada por la desidia, ignorancia y maldad de Ágata, la llamó y le ofreció lo
mismo que anteriormente hizo con Linda como premio de despedida: la elección
entre dos arquillas. Una era de oro y diamantes y la otra de vieja madera. Ágata, como era de esperar, eligió la
de diamantes y se marchó.
Continuó hacia su hogar dichosa y
alegre por lo que pensaba era una gran recompensa con su arquilla de oro.
Nuevamente surgió el rayo de luz
y Ágata se vio de nuevo al lado de su malvada madre.
Ésta, contenta de ver a su hija
con una arquilla de oro, y pensando en los tesoros que escondería en su
interior, la instó a abrirla, y he aquí que de la maravillosa, pero al mismo
tiempo peligrosa arquilla, surgieron unos demonios y serpientes que se
abalanzaron ferozmente sobre las dos pérfidas mujeres y las devoró cruelmente.
MORALEJA: No es oro todo lo que reluce. Cada uno tiene su premio o
recompensa apropiada a su conducta. Quien la hace, la paga.
Espero que este relato le haya agradado.
AUTOR: E.M.