miércoles, 21 de agosto de 2013

HISTORIA DE DOS ARQUILLAS




Hace muchos años, en un recóndito país vivían una mujer viuda de carácter arisco y malévolo y sus  hijas. Una era morena de pelo negro llamada Ágata, tan pérfida y bellaca como su progenitora, por nombre Rebeca, y su hermanastra Linda. Ésta era bella y agraciada como su nombre indica, sus cabellos rubios y brillantes como las espigas de trigo en Primavera, de ojos azules como las aguas del mar y un carácter bondadoso que la convertían en la antítesis de la tal Ágata.

Su padre, soldado bueno y valiente en su juventud, un buen hombre, había muerto asesinado, según decían unos por su segunda esposa Rebeca, y en la guerra como apuntaban otros, a manos de un bellaco; solo tuvo una hija, Linda cuya madre, Alicia, su esposa, de noble talante había muerto, según  unos de una larga enfermedad, según otros también a manos  de Rebeca, puesto que codiciaba poseer a su marido, atractivo y apuesto.

Tanto Linda como su malvada hermanastra Ágata eran buenas hiladoras. Pero existía un problema, la madrastra de Linda y madre de Ágata, Rebeca, deseaba apropiarse de la granja en que vivían, propiedad del bravo caballero padre de Linda  y casado en segundas nupcias con Rebeca. Entonces la malvada Rebeca urdió un plan: ordenó a Linda y Ágata confeccionar un tapiz  con dos madejas de hilo, pero el que le proporcionó a Linda estaba carcomido y el de Ágata no. El premio o  castigo para la ganadora o perdedora, o lo mismo para la que le confeccionara el tapiz o la que fracasara en el intento consistía  en que una de las dos  sería arrojada al pozo junto al que estaban  confeccionando el susodicho manto. Lógicamente Linda fracasó  porque su hilo carcomido se rompió y como resultado  fue arrojada por su madrastra al fondo del pozo.

Sin embargo, al llegar abajo Linda  no se estrelló y murió, sino que se encontró reposando plácidamente sobre un manto de verde hierba y rojas amapolas. Animada porque había sobrevivido a una muerte segura que creía próxima y como la campiña donde reposaba ofrecía un aspecto bucólico Linda se puso en pie y se dirigió hacia un frondoso árbol frutal que se erigía de manera solemne en el horizonte,  a sus pies se deslizaba un alegre riachuelo de aguas transparentes, el árbol que estaba encantado tenía la facultad de hablar, cuando Linda llegó a su lado  éste le habló y le dijo lo siguiente : Linda creo que vienes  hacia mí  con buenas intenciones puesto que he leído en tu mente que eres bondadosa. El frutal prosiguió y le susurró toma de mi  todos los frutos que necesites, quítame los parásitos y enojosos insectos, corta  mis ramas resecas y humedéceme con las aguas del riachuelo , hazlo así y ambos obtendremos  beneficio puesto que te alimentarás y te indicaré el camino a seguir  para que llegues a tu destino  y regreses a tu hogar .

La muchacha lo hizo así y prosiguió su camino, el árbol resultó beneficiado y Linda continuó  hacia  adelante, tras  recorrer  un buen trecho, alcanzó un horno donde un panadero producía pasteles, dicho señor le  pidió a Linda  que introdujera los panes en su horno y después tomara los que necesitara . Así lo hizo y el buen pastelero te dio las gracias y Linda prosiguió su camino.

Llegó pues más adelante  hasta una pradera donde pastaba una vaca, la cual al ver a la joven le dirigió la palabra  y le dijo lo siguiente: pequeña puedes ordeñarme  y tomar la leche que te apetezca  con el cubo que tengo a mi lado, después me colocas el mismo sobre mi cola y con mi estiércol abonas la tierra que me rodea, limpias mis extremidades y mi lomo, no desperdicies mi leche  y prosigue tu viaje. Así lo hizo Linda y al caer la tarde se acercó a una mansión  donde residía una anciana acompañada  de unos gatos y unos pajaritos, dicha señora  le ofreció trabajo y Linda que no era tonta lo aceptó. Seguidamente se hizo de noche. 

Al día siguiente los gatitos se aproximaron a Linda y le pidieron comida,  la joven les dio un poco de alimento y los mininos se lo agradecieron y le observaron  que podían  ayudarla  en un futuro, cuando los necesitara como premio a su bondad, a Linda esto le agradó.  Unos  días mas tarde los gorriones que habitaban la mansión  requirieron una merced de nuestra gentil doncella y ésta obrando de una forma generosa  les dio también  comida. Las aves agradecidas  le señalaron que podían recompensarla. Una vez más la bondad y la inteligencia de Linda daba sus frutos , la dueña de la mansión  le encomendó un cometido , le dio un cedazo  con la condición de que lo llevara  a un arroyo próximo y lo llenara de agua sin que la misma  sin que la misma se le derramara ,la joven no sabía cómo hacerlo, pero he aquí  que acudieron los gatitos  y le indicaron  como hacerlo  de una forma que sería prolijo  relatar . Al día siguiente la vieja señora le propuso una nueva tarea, debía de  coger  dos madejas de hilo, una negra y otra blanca, sumirlas en el fondo del río  y transformar la  negra en color blanco y la blanca en color negro. Linda  lo intentó  pero sin resultado , entonces los gorriones agradecidos  acudieron en su ayuda y le indicaron Linda lleva  la madeja de hilo negro a la parte  norte del riachuelo, sumérgela en sus aguas  y se transformará  en color blanco  y lleva la madeja de hilo  blanco a la parte sur  y se transformará en color negro . Como premio  la dueña le dio un regalo  de despedida, puesto que Linda deseaba regresar a su hogar. Le dio  a elegir entre dos arquillas o cofres, uno ostentoso de color oro y topacio  y otro más humilde de madera. Linda escogió sensatamente la humilde arquilla  y resultó que esta contenía  joyas, monedas de oro y alhajas. Satisfecha  nuestra Linda  se despidió y regresó  al lugar donde  había  caído  cuando su pérfida  madrastra  la arrojó por el pozo.

De pronto, y aunque parezca extraño  un rayo de luz surgió de las alturas y Linda  se vio transportada  hacia la superficie  y regresó a su mundo. Allí las cosas no habían cambiado , su hermanastra  Ágata y su madrastra Rebeca  continuaban siendo igual  de pérfidas y malévolas  y cuando vieron de nuevo a la bondadosa muchacha  viva y con  una  arquilla sorprendidas le preguntaron  donde había estado , que le había sucedido  y como había conseguido  regresar viva y saludable . Linda desconfió  de ellas en un principio , pero después  llevada por su bondadosa personalidad  les contó las maravillosas experiencias que le habían acaecido  nada más enterarse de que en el fondo del pozo no les esperaba la muerte sino  todo lo contrario un mundo  maravilloso,  Rebeca tomó a su hija  y la lanzó hacia el abismo . Allí Ágata se encontró no la muerte  sino una pradera verde  y espléndida  y se dirigió  hacia el árbol frutal  que ya conocíamos. El árbol sin sospechar el  malvado  carácter de Ágata, muy distinta a Linda le dijo lo mismo que a su encantadora hermanastra, pero Ágata no sólo no escuchó los razonamientos del frutal  no sólo no lo desparasitó sino que lo desprendió de todos sus frutos, no le cortó las ramas, no le dio agua. En fin hizo lo que nuestro  árbol no esperaba, el mismo de forma hosca le dijo  lo siguiente, niña, puesto que has obrado conmigo de un manera  impropia a lo que yo te proponía  te advierto que si continuas de la misma forma, no sólo no obtendrás beneficio alguno, sino que tu proceder tendrá su justa recompensa  y ésta no será agradable. Ágata contenta de su mal proceder continuó su camino y llegó a nuestro conocido horno.

Allí no sólo no ayudó al panadero a meter y fabricar pasteles  sino que se comió los que nuestro  honrado panadero tenía  ya fabricados por Linda , había omitido antes  que el dueño del horno era ciego, y además le rompió los  utensilios , con los que se fabricaban los pasteles así como apagó el fuego del horno. En fin la advirtió  también sigue así joven  y verás pronto tu justo castigo. Ágata se rió y continuó hacia la vaca, esta le comunicó lo siguiente, dulce muchacha  puedes ordeñarme y tomar mi leche o séase  lo mismo  que le había indicado antes a Linda. Ágata no solo se bebió toda  la leche que quiso, sino que no la limpió las extremidades y desperdició la leche, no abonó latiera con el estiércol y le rompió el cubo con que se bebía la leche. El noble animal, desengañado también  como el Árbol y el Panadero le lanzó una maldición, sigue sí por la vida y tendrás tu merecido. Ágata sin inmutarse prosiguió. Era ya el crepúsculo cuando llegó a la residencia de la anciana de los pajaritos y gatitos. La anciana, como había hecho la vez anterior con Linda, le ofreció trabajo sin sospechar las aviesas intenciones, el malvado carácter de Ágata y su pereza.

Aconteció lo mismo que con su hermanastra, los gatitos le pidieron comida, y no sólo no se la dio, si no que cogió una escoba y los persiguió. Los mininos circunspectos y espantados huyeron despavoridos.

Al día siguiente fueron los gorriones quienes se acercaron a este monstruo y también obtuvieron lo que se podía esperar de la misma. No sólo no se apiadó de ellos si no que los persiguió y trató de asesinarlos.
Por lo que se pueda pensar, el que mal anda, mal acaba.
Unos días después la anciana, ya preocupada por la actuación de Ágata con los gorriones y los gatitos, le ofreció una tarea: la misma que tiempo atrás le encomendó a Linda. La del cedazo lleno de agua. Lógicamente, como cabía esperar, Ágata fracasó porque nadie le ayudó. Como puede verse, esta chica iba a acabar mal.

Al día siguiente, la vieja dueña le indicó otra tarea, la de las dos madejas, la blanca y la negra. Y de nuevo, Ágata no lo consiguió. La Dueña de la mansión, ya cansada por la desidia, ignorancia y maldad de Ágata, la llamó y le ofreció lo mismo que anteriormente hizo con Linda como premio de despedida: la elección entre dos arquillas. Una era de oro y diamantes y la otra de vieja  madera. Ágata, como era de esperar, eligió la de diamantes y se marchó.
Continuó hacia su hogar dichosa y alegre por lo que pensaba era una gran recompensa con su arquilla de oro.

Nuevamente surgió el rayo de luz y Ágata se vio de nuevo al lado de su malvada madre.
Ésta, contenta de ver a su hija con una arquilla de oro, y pensando en los tesoros que escondería en su interior, la instó a abrirla, y he aquí que de la maravillosa, pero al mismo tiempo peligrosa arquilla, surgieron unos demonios y serpientes que se abalanzaron ferozmente sobre las dos pérfidas mujeres y las devoró  cruelmente.

MORALEJA: No es oro todo lo que reluce. Cada uno tiene su premio o recompensa apropiada a su conducta. Quien la hace, la paga.

Espero que este relato le haya agradado.

AUTOR: E.M.



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